El mal llamado «vino Ecológico».

 

En los años 80 los agricultores y elaboradores de alimentos ecológicos eran gente con una conciencia, una sensibilidad, una visión respetuosa del campo y del medio ambiente que empezaron a asociarse para conseguir que sus postulados tuvieran una mayor repercusión. Los vinos ecológicos se suponía que eran aquellos que elaboran los propios viticultores con uvas de viñedos propios cultivados de forma ecológica. En el proceso de elaboración se respeta al máximo la autenticidad prescindiendo de los “avances” de la moderna enología intervencionista. Se empiezan a desarrollar a la vez la distribución de este tipo de productos, la celebración de ferias donde darlos a conocer y algunos sistemas de certificación pensando en atajar el fraude que se veía venir ante la tentación de colar como ecológico lo que no era, con tal de ganar ese margen de más que los confiados consumidores de productos ecológicos siempre han estado dispuestos a pagar por un producto de mayor calidad.

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En los años 90 aparece la legislación europea (aunque no llega a definir el vino ecológico), los organismos oficiales y suboficiales, entra la gran industria a por plusvalías, es decir, van a intentar ir a por ese mayor precio sin dar más calidad, entre otras cosas porque gran industria es sinónimo de producción masiva y eso es incompatible con la calidad y con el respeto al medio ambiente y a muchas otras cosas. Siempre se ha justificado el sobreprecio en el mayor coste que supone producir en ecológico lo cual no es del todo cierto (los pesticidas o las semillas transgénicas son muy caras). La diferencia de costes está sobretodo en los volúmenes que se mueven, la sobreproducción, la logística, las economías de escala. Y por supuesto los costes sociales y externalidades que se pagan entre todos. Eso es lo que abarata costes.

En las dos últimas décadas continúa la convergencia entre el modelo insostenible y el ecológico, ya hay grandes empresas elaborando productos con etiqueta ecológica, grandes cadenas de distribución vendiendo productos ecológicos con las exigencias de volumen, precio y estandarización que ello conlleva.

En el año 2010, ante una realidad fraudulenta que consiste en vender como vino ecológico el vino que simplemente se ha elaborado a partir de uvas de cultivo ecológico certificado, la Comisión de la Unión Europea ha intentado promulgar una regulación para poner un poco de orden pero ha tenido que desistir por las presiones de gobiernos e industria.

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Bruselas retira su propuesta para regular los vinos ecológicos

La UE no regulará el vino ecológico

No hay vino ecológico

El hecho de que no exista una regulación no quiere decir que no existan vinos ecológicos, lo que pasa es que ante la perversión del concepto y en línea con lo que ocurre en otros países europeos, los productores fieles a esa filosofía hemos preferido llamarlos “vinos naturales” y fundar la Asociación de Productores de Vinos Naturales.

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