Y la hierba creció, y protegió del viento a mis Pinot, y de la erosión a la tierra en la que viven. Y al caer la tarde, todo volvió a respirar, y mis Pinot siguieron su crecimiento gracias a la mano del hombre… Y a mi desbrozadora, claro…
Y un angel entró en el viñedo a oler la primavera…
Mis dos florecillas se sentaron junto a mí, y nos despedimos del sol, que de nuevo mañana permitirá rebrotar la vida.